En Cartas del Administrador Apostólico
+ Vicente Jiménez Zamora
Administrador Apostólico de Huesca y de Jaca
En torno a la fiesta de San José celebramos el Día del Seminario. Este año con el lema: “Padre, envíanos pastores”. En esta breve carta os abro el corazón y os manifiesto mis sentimientos, que se mueven entre la preocupación, la esperanza y la confianza en Dios que ha prometido que nos dará pastores según su corazón (cfr. Jer 3, 15).
Me dirijo directamente a los sacerdotes que sois agentes imprescindibles de las vocaciones, aunque no únicos, y os ofrezco unas pistas de acción para la pastoral vocacional.
 . Tarea prioritaria. Es necesario que asumáis como vital la tarea prioritaria de la promoción de las vocaciones sacerdotales en vuestras parroquias; entre los niños, adolescentes, jóvenes y adultos; con los monaguillos; en la animación del trabajo con los catequistas, los educadores y los profesores de Religión.
. Testimonio alegre. Es importante que deis testimonio evangélico de vuestra vocación con alegría y humildad, aun en medio de las dificultades y cruces de la vida; a la alegría se opone la tristeza, no la cruz y el sufrimiento. No tengáis miedo y complejo de hablar de vuestra vocación a los jóvenes. Manifestad a los jóvenes que sois felices en vuestro ministerio sacerdotal y que merece la pena ser sacerdote. Los sacerdotes no sois unos ‘funcionarios’, sino los administradores de los misterios de Dios y pastores del pueblo de Dios.
. Cercanía y diálogo con los jóvenes. Acercaos a los jóvenes y hacedles una propuesta clara y directa para que sean sacerdotes. No hay que tener ningún miedo de condicionarles o limitarles su libertad; al contrario, una propuesta concreta, hecha en el momento oportuno, puede ser decisiva para provocar en los jóvenes una respuesta libre y auténtica. No tengáis miedo de trabajar con los jóvenes. Es verdad que es una tarea difícil, pero apasionante y de siembra para el futuro.
. La oración, vida de sacramentos y dirección espiritual. Iniciad a los jóvenes en la vida de oración, donde resuena de manera viva e interpeladora la llamada del Señor; llevadles a la participación en la Eucaristía y a la celebración del sacramento de la Penitencia, según las normas de la Iglesia; favoreced la dirección espiritual, como medio apropiado para el discernimiento vocacional. Valorad el encuentro personal como lo hacía Jesús con María, con Marta, la Samaritana o Nicodemo.
En este Día del Seminario roguemos al Señor  que envíe trabajadores a su mies; que nos conceda sacerdotes generosos y comprometidos que, desde su palabra y con su testimonio, ayuden a descubrir a otros que el anuncio del Evangelio llena plenamente su vida.

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