En Cartas del Obispo, Obispo de Huesca

Queridos hermanos en el Señor:
Os deseo gracia y paz.

John Henry Newman preguntaba en uno de sus sermones: “¿Sabes lo que es vivir pendiente de una persona cercana con tal intensidad que tus ojos siguen sus ojos, que lees en su alma, que le ves todos los cambios de cara, que te das cuenta de todos sus deseos, que sonríes cuando él sonríe y te pones triste cuando él se pone triste, y sus fracasos te abruman y sus éxitos te regocijan?”.
Estas palabras se referían a la necesidad de vigilar la llegada de Cristo. En Pascua nos sale al encuentro Jesús Resucitado. Y es preciso conceder importancia al acontecimiento decisivo que ha cambiado la historia de la humanidad y que transforma nuestras vidas: Cristo vive y nos quiere vivos, resucitados, llenos de su nueva vida.
Estamos llamados a vivir el dinamismo de la Pascua, a experimentar personalmente el encuentro vital con el Resucitado, a ser testigos de la Divina Misericordia.
El único miedo que podemos tener es que Cristo pase y no le reconozcamos, que seamos indiferentes a su pasión y a su triunfo sobre la muerte, que estemos distraídos, volcados sobre las cosas y perdamos la ocasión de encontrarnos con Él.
Benedicto XVI nos recordaba que no hemos comenzado a ser cristianos por una decisión ética o una gran idea, sino “por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (Deus Caritas est, 1).
El anuncio de Pascua sigue siendo actual: Cristo vive. El Papa Francisco escribe a los jóvenes y a todo el Pueblo de Dios: “Él está en ti, Él está contigo y nunca se va. Por más que te alejes, allí está el Resucitado, llamándote y esperándote para volver a empezar. Cuando te sientas avejentado por la tristeza, los rencores, los miedos, las dudas o los fracasos, Él estará allí para devolverte la fuerza y la esperanza” (Christus vivit, 2).
Jesús Resucitado nos quiere hacer partícipes de la novedad de su resurrección. “Si has perdido el vigor interior, los sueños, el entusiasmo, la esperanza y la generosidad, ante ti se presenta Jesús como se presentó ante el hijo muerto de la viuda, y con toda su potencia de Resucitado el Señor te exhorta: «Joven, a ti te digo, ¡levántate!» (Lc 7,14)” (Christus vivit, 20).
La Pascua es la patria de nuestra identidad, es la venida de Jesucristo Resucitado para renovarnos en su propia resurrección.

Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

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