El Tiempo de la Creación, que comienza el 1 de septiembre con la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, y concluye el 4 de octubre, conmemoración de san Francisco de Asís, este año tiene como lema e invitación: “Escucha la voz de la creación”.
El Papa Francisco nos dice en su Mensaje: “Si aprendemos a escucharla, notamos una especie de disonancia en la voz de la creación. Por un lado, es un dulce canto que alaba a nuestro amado Creador; por otro, es un amargo grito que se queja de nuestro maltrato humano”.
Nos invita: “En este Tiempo de la Creación, volvamos a rezar en la gran catedral de la creación, disfrutando del “grandioso coro cósmico” de innumerables criaturas que cantan alabanzas a Dios”.
Y añade: “En las antípodas de la centralidad de Cristo en la obra de la creación, innumerables especies se extinguen, interrumpiendo para siempre sus himnos de alabanza a Dios. Pero también son los más pobres entre nosotros los que gritan. Expuestos a la crisis climática, los pobres son los que más sufren el impacto de las sequías, las inundaciones, los huracanes y las olas de calor, que siguen siendo cada vez más intensos y frecuentes. Además, gritan nuestros hermanos y hermanas de los pueblos nativos. Debido a los intereses económicos depredadores, sus territorios ancestrales están siendo invadidos y devastados por todas partes, lanzando “un clamor que grita al cielo””.
El Santo Padre concluye con estas palabras: “Recordando la exhortación de san Pablo de alegrarse con los que se alegran y llorar con los que lloran (cf. Rm 12,15), lloremos con el amargo grito de la creación, escuchémoslo y respondamos con hechos, para que nosotros y las generaciones futuras podamos seguir alegrándonos con el dulce canto de vida y esperanza de las criaturas”.
La Subcomisión Episcopal para la Acción Caritativa y Social nos recuerda que vivimos el Tiempo de la Creación “en un contexto de conflicto bélico de gran repercusión en la vida de Europa y especialmente en Ucrania. Es el momento oportuno para renovar nuestra fe y nuestra oración, pues se ha puesto en cuestión la paz internacional y se están provocando graves daños a la casa común”.
En medio de la crisis energética y la crisis alimentaria, hemos de promover una “espiritualidad que consiste en ampliar lo que entendemos por paz, que es mucho más que la ausencia de guerra. La paz interior de las personas tiene mucho que ver con el cuidado de la ecología y con el bien común” (Laudato si`, 225).