En Cartas del Obispo, Obispo de Huesca

Queridos hermanos en el Señor:

Os deseo gracia y paz.

Jesucristo es Rey del Universo, porque Él da sentido y orientación a toda la creación. La armonía de todo lo creado, el devenir de la historia, la sucesión de las estaciones, el horizonte de los acontecimientos, la vida y la misión de la Iglesia, las vivencias personales de cada uno de nosotros, todo procede de Jesucristo, todo apunta hacia Él y todo encuentra en Él su consistencia.

El “poder” de Jesucristo Rey “es el poder del Amor, que sabe sacar el bien del mal, ablandar un corazón endurecido, llevar la paz al conflicto más violento, encender la esperanza en la oscuridad más densa” (Benedicto XVI, Ángelus, 22 noviembre 2009). La realeza de Cristo es de guía y servicio.

En esta solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, se celebra en cada diócesis la Jornada Mundial de la Juventud, mientras nos preparamos para celebrarla, con carácter universal, en Lisboa, en 2023. El Papa Francisco ha escrito para este año un Mensaje en el que invita a los jóvenes a meditar sobre la conversión de san Pablo, que pasó de ser un “perseguidor-ejecutor” a un “discípulo-testigo”.

Escribe el Papa: “El Señor eligió a alguien que incluso lo había perseguido, que había sido completamente hostil a Él y a los suyos. Pero no existe una persona que para Dios sea irrecuperable. Por medio del encuentro personal con Él siempre es posible volver a empezar. Ningún joven está fuera del alcance de la gracia y de la misericordia de Dios. De ninguno se puede decir: está demasiado lejos, es demasiado tarde. ¡Cuántos jóvenes tienen la pasión de oponerse e ir contracorriente, pero llevan escondida en el corazón la necesidad de comprometerse, de amar con todas sus fuerzas, de identificarse con una misión! Jesús, en el joven Saulo, ve exactamente esto”.

Cuando el ángel Gabriel llevó el anuncio a María, “le predijo que su hijo heredaría el trono de David y reinaría para siempre (cf. Lc 1,32-33). Y la Virgen santísima creyó antes de darlo al mundo. Sin duda se preguntó qué nuevo tipo de realeza sería la de Jesús, y lo comprendió escuchando sus palabras y sobre todo participando íntimamente en el misterio de su muerte en la cruz y de su resurrección. Pidamos a María que nos ayude también a nosotros a seguir a Jesús, nuestro Rey, como hizo ella, y a dar testimonio de él con toda nuestra existencia” (Benedicto XVI, Ángelus, 22 noviembre 2009).

Recibid mi saludo y mi bendición.

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