En Cartas del Obispo, Obispo de Huesca

Queridos hermanos en el Señor:
Os deseo gracia y paz.

Proclamamos en el evangelio de este domingo: “Cuando se completaron los días en que iba a ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén” (Lc 9,51). Es un versículo de capital importancia en este evangelista. Jesús se dirige decididamente a Jerusalén. Así nos muestra su libertad, su obediencia a la voluntad del Padre y la entrega de sí mismo por amor.
En el evangelio de san Lucas encontramos 32 veces el término “camino” (también aparecen con frecuencia los verbos “caminar” y “encaminar”). En el pasaje de este domingo encontramos varias referencias muy significativas: “Puestos en camino” (Lc 9,52); “Pero no lo recibieron, porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén” (Lc 9,53); “Y se encaminaron hacia otra aldea” (Lc 9,56); “Mientras iban de camino, le dijo uno…” (Lc 9,57).
Jesús toma una decisión importante, determinante. Es consciente de lo que significa subir a Jerusalén. Su elección deliberada está motivada por el amor. Sus jornadas no aparecen como una secuencia monótona o una improvisación veleidosa. Su vida tiene una trayectoria, un proyecto, un destino. Sus días se van completando. Su tiempo no es una sucesión de fragmentos idénticos, sino una ocasión propicia, un momento oportuno, un tiempo favorable.
A partir de este momento, san Lucas presentará una serie de enseñanzas morales. El camino de Jesús rumbo a Jerusalén es el comienzo de su exaltación, el culmen de su caminar profético, que comenzó en Galilea y ahora se acerca a la consumación. Es un camino que tiene el carácter de comienzo de su muerte-resurrección-exaltación.
También es el camino que los discípulos deben seguir para su plena realización con Jesús. Y nosotros estamos invitados a tomar una decisión: seguir a Jesús, acompañarle a Jerusalén, donde se completará su vida y su misión. El camino tiene un contenido: pasión, muerte y resurrección. La libertad cristiana no se identifica con la arbitrariedad, sino con el seguimiento de Jesucristo.
Para san Lucas, el camino de Jesús es actual, puesto que cada generación tiene su “hoy”. Es un camino de alegría. Es camino de oración. Es camino universal y, sin embargo, cuenta con unos destinatarios privilegiados: pecadores, pobres (miserables, perseguidos, austeros), samaritanos, mujeres.
En este camino, la Virgen María es el modelo. Ella, después del anuncio del ángel Gabriel, “se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña” (Lc 1,39) para atender a su pariente Isabel.

Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

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