En Cartas del Obispo, Obispo de Huesca

El Papa Francisco, en su Mensaje para la VI Jornada Mundial de los Pobres toma como referencia las palabras de san Pablo a los corintios: “Jesucristo se hizo pobre por vosotros” (2 Cor 8,9). El Apóstol exhorta a un “compromiso solidario con los hermanos necesitados”. Y el Papa afirma: “La Jornada Mundial de los Pobres se presenta también este año como una sana provocación para ayudarnos a reflexionar sobre nuestro estilo de vida y sobre tantas pobrezas del momento presente”.

El Santo Padre escribe: “¡Cuántos pobres genera la insensatez de la guerra! Dondequiera que se mire, se constata cómo la violencia afecta a los indefensos y a los más débiles. Deportación de miles de personas, especialmente niños y niñas, para desarraigarlos e imponerles otra identidad. (…) Son millones las mujeres, los niños, los ancianos obligados a desafiar el peligro de las bombas con tal de ponerse a salvo buscando amparo como refugiados en los países vecinos. Los que permanecen en las zonas de conflicto, conviven cada día con el miedo y la falta de alimentos, agua, atención médica y sobre todo de cariño. En estas situaciones, la razón se oscurece y quienes sufren las consecuencias son muchas personas comunes, que se suman al ya gran número de indigentes. ¿Cómo dar una respuesta adecuada que lleve alivio y paz a tantas personas, dejadas a merced de la incertidumbre y la precariedad?”.

Hemos de tener fija la mirada en Jesucristo “el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza” (2 Cor 8,9).

En el siglo II, san Justino recoge este testimonio de la celebración dominical de los cristianos: “Los adinerados y los que lo desean dan libremente, cada uno lo que quiere y lo que se recoge viene depositado con el sacerdote. Este socorre a los huérfanos, a las viudas, y a quien es indigente por enfermedad o por cualquier otra causa, a los encarcelados, a los extranjeros que se encuentran entre nosotros: en resumen, tiene cuidado de cualquiera que esté en necesidad” (Primera Apología, LXVII, 1-6).

Según el Papa, “el mensaje de Jesús nos muestra el camino y nos hace descubrir que hay una pobreza que humilla y mata, y hay otra pobreza, la suya, que nos libera y nos hace felices. La pobreza que mata es la miseria, hija de la injusticia, la explotación, la violencia y la injusta distribución de los recursos”. Y añade: “La pobreza que libera, en cambio, es la que se nos presenta como una elección responsable para aligerar el lastre y centrarnos en lo esencial”.

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