Queridos hermanos en el Señor:
Os deseo gracia y paz.
Hipólito de Roma, hacia el año 204, en su “Comentario al libro de Daniel”, fue el primero que afirmó que Jesús nació el 25 de diciembre. Ese día se celebraba la fiesta de la Dedicación del Templo de Jerusalén, que Judas Macabeo había instituido en el año 164 antes de Cristo. Con Jesús, que es la verdadera luz que aparece en la noche, se realiza la consagración del templo, se produce el Adviento de Dios.
Desde el siglo IV, la celebración de la Navidad sustituyó a la fiesta del “Sol invictus”, el sol invencible, puesto que con el nacimiento de Jesús llega la auténtica luz que vence a las tinieblas del mal y del pecado.
Dios, que es Amor, se manifiesta en un Niño. Llega desarmado y sin poder aparente. Nace en un lugar recóndito del imperio. La presencia de Dios con nosotros se produce en unas circunstancias de pobreza y vulnerabilidad que se prolongan a lo largo de los siglos. Dios entra en el mundo, se sitúa a nuestro lado. Los pastores, los sencillos, son los primeros en acudir a ver a Jesús en el pesebre. Son los primeros en el tiempo y su primacía señala más allá de la temporalidad, porque los pastores nos enseñan a responder al mensaje que también se nos comunica a nosotros.
Para reconocer a Jesús es necesario tener un corazón sencillo. El camino hacia el pesebre nos puede parecer complicado cuando nuestras inquietudes, ocupaciones y preocupaciones nos alejan del centro del anuncio del ángel a los pastores: “No temáis, os anuncio una buena noticia que será del gran alegría para todo el mundo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor” (Lc 2,10-11).
El misterio de la Navidad se identifica con el don de la luz, de la alegría y de la paz. La primera Navidad de la historia nos manifiesta las preferencias de Dios. El pesebre manifiesta la lógica divina, que no se centra en las ambiciones ni en los privilegios, sino que es la gramática de la cercanía, del encuentro y de la proximidad. En el seno de la Virgen María “Dios y la humanidad se unieron para no separarse nunca más” (Papa Francisco, Homilía en la LIII Jornada Mundial de la Paz, 1 enero 2020).
Navidad nos invita a superar el contagio de las compras compulsivas y nos orienta a vencer la indiferencia y a servir a los pobres.
Recibid mi cordial saludo y mi bendición.