En Cartas del Obispo, Obispo de Huesca
Queridos hermanos en el Señor:
Os deseo gracia y paz.
Según el Catecismo de la Iglesia Católica, “la fe es la respuesta del hombre a Dios que se revela y se entrega a él, dando al mismo tiempo una luz sobreabundante al hombre que busca el sentido último de su vida” (nº 26). Antes que la respuesta humana, está la revelación de Dios, que se da a conocer a sí mismo y que nos trata como amigos. Además, Dios mismo se entrega, nos manifiesta el misterio de su voluntad y nos hace partícipes de su naturaleza. Movidos por su gran amor, vive con nosotros y en nosotros y nos invita a la comunicación. Y nos ilumina con abundancia en nuestra incesante búsqueda del sentido más profundo de la vida.
Por eso, podemos estar orgullosos de nuestra fe. No por nuestros esfuerzos y fortalezas, sino como respuesta al don gratuito del amor de Dios. Y este sano orgullo, que no significa presunción ni vanagloria, se expresa en el Día de la Iglesia Diocesana cuando damos gracias al Señor por todo lo que Él realiza en nosotros, por nosotros y con nosotros.
Sintiéndonos miembros activos de una gran familia, vemos cómo la respuesta al amor de Dios se hace visible en la evangelización, la celebración de la fe y el testimonio de la caridad. La Iglesia es un hogar de puertas abiertas, con las ventanas bien orientadas para descubrir dónde hay necesidades y actuar en consecuencia.
En la Iglesia Diocesana crece, se nutre y adquiere vigor misionero nuestra adhesión a Dios. En ella se nos ofrece formación, ayuda, acompañamiento y discernimiento. En ella proclamamos y acogemos la Palabra de Dios y vivimos la caridad. En ella celebramos los sacramentos. En ella expresamos nuestra cercanía con los ancianos, los enfermos, los necesitados, los que sufren, a quienes reconocemos como el centro, el corazón de nuestras comunidades. En ella, oramos al Señor: “Abre nuestros ojos para que conozcamos las necesidades de los hermanos; inspíranos las palabras y las obras para confortar a los que están cansados y agobiados; haz que los sirvamos con sinceridad” (Plegaria eucarística D4).
La oración, el tiempo, las cualidades y el donativo son formas de colaboración con la Iglesia Diocesana. A todas las personas que contribuyen, con gran generosidad, para que se haga realidad el proyecto de Dios en nuestra Iglesia Diocesana les reiteramos nuestro sincero agradecimiento.
Puesto que seguimos necesitando la colaboración de todos, hemos de sentirnos todos corresponsables. Juntos llegamos más lejos.
Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

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