En Cartas del Obispo, Obispo de Huesca
Queridos hermanos en el Señor:
Os deseo gracia y paz.
Benedicto XVI dijo: “Gracias al Espíritu Santo, que ayuda a comprender las palabras de Jesús y guía a la verdad completa (cf. Jn 14,26; 16,13), los creyentes pueden conocer, por decirlo así, la intimidad de Dios mismo, descubriendo que él no es soledad infinita, sino comunión de luz y de amor, vida dada y recibida en un diálogo eterno entre el Padre y el Hijo en el Espíritu Santo, como dice san Agustín, Amante, Amado y Amor” (Ángelus, 11 junio 2006).
Tres años más tarde, afirmó: “Hoy contemplamos la Santísima Trinidad tal como nos la dio a conocer Jesús. Él nos reveló que Dios es amor “no en la unidad de una sola persona, sino en la trinidad de una sola sustancia” (Prefacio): es Creador y Padre misericordioso; es Hijo unigénito, eterna Sabiduría encarnada, muerto y resucitado por nosotros; y, por último, es Espíritu Santo, que lo mueve todo, el cosmos y la historia, hacia la plena recapitulación final. Tres Personas que son un solo Dios, porque el Padre es amor, el Hijo es amor y el Espíritu es amor. Dios es todo amor y sólo amor, amor purísimo, infinito y eterno. No vive en una espléndida soledad, sino que más bien es fuente inagotable de vida que se entrega y comunica incesantemente” (Ángelus, 7 junio 2009).
El Papa Francisco pronunció estas palabras: “La Trinidad no es un enigma teológico, sino el espléndido misterio de la cercanía de Dios. La Trinidad nos dice que no tenemos un Dios solitario en el cielo, distante e indiferente; no, él es Padre que nos dio a su Hijo, que se hizo hombre como nosotros, y que, para estar aún más cerca de nosotros, para ayudarnos a llevar las cargas de la vida, nos envía su propio Espíritu. Él, que es Espíritu, entra en nuestro espíritu y así nos consuela desde dentro, nos trae la ternura de Dios” (Homilía, 16 junio 2019).
En la Solemnidad de la Santísima Trinidad celebramos la “Jornada Pro Orantibus”. Lo hacemos elevando una plegaria agradecida por el regalo de la vida contemplativa que el Señor nos concede. El lema de este año es “Generar esperanza”.
Los Obispos de la Comisión Episcopal para la vida Consagrada escriben con este motivo: “la esperanza que brota de la fe en la realidad última de Dios se hace carne cotidiana en cada convento y monasterio, allí donde se cultivan la oración y la celebración que abren a la hermosura de la Trinidad; la fraternidad y la reconciliación, que generan relaciones nuevas; la hospitalidad y la caridad, que ensanchan la misericordia para con todos; el trabajo y el descanso, que unen el propio esfuerzo al don divino”.
Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

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