Queridos hermanos en el Señor:
Os deseo gracia y paz.
Una de las experiencias primordiales del pueblo de Israel es que Dios es “compasivo y misericordioso” (Ex 34,6). Él afirma: “tengo misericordia por mil generaciones de los que me aman y observan mis preceptos” (Dt 5,10).
El Señor dice: “Quiero misericordia y no sacrificio, conocimiento de Dios, más que holocaustos” (Os 6,6). “Misericordia” y “conocimiento de Dios” están en paralelo. Y “conocimiento de Dios” significa experiencia de Dios. No conoce a Dios quien no practica la misericordia. La actitud divina con el ser humano resulta absolutamente ejemplar, de modo que se puede decir que quien no es misericordioso no conoce a Dios.
En los salmos rezamos con frecuencia: “Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia” (Sal 107[106],1). Del mismo modo en Sal 136(135),1, salmo en el que se repite 26 veces “porque es eterna su misericordia”.
Encontramos las mismas palabras en libros narrativos: “Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia” (1 Cr 16,34). “Porque es eterna su misericordia” se repite en 2 Cr 5,13; 7,3.6; 20,21.
En el libro de la Sabiduría aparece esta misma experiencia vital: “Dios de los padres y Señor de la misericordia” (Sab 9,1); “Pero tú, Dios nuestro, eres bueno y fiel, eres paciente y todo lo gobiernas con misericordia” (Sab 15,1). El Señor favoreció a su pueblo frente a los egipcios: “a tus hijos, en cambio, ni los dientes de las serpientes venenosas les pudieron, sino que tu misericordia salió en su ayuda y los salvó” (Sab 16,10).
Jesús nos exhorta: “Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso” (Lc 6,36). Y también nos dice: “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” (Mt 5,7); “Andad, aprended lo que significa “Misericordia quiero y no sacrificio”” (Mt 9,13). A los escribas y fariseos hipócritas les recrimina: “descuidáis lo más grave de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad” (Mt 23,23).
En la Liturgia de las horas recordamos dos veces en el Benedictus: “realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres”, y “por la entrañable misericordia de nuestro Dios”. Y otras tantas veces en el Magníficat: “su misericordia llega a sus fieles de generación en generación”, y “auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia”.
En el acto penitencial de la Eucaristía, el sacerdote dice: “Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros”. En la oración de Completas, después del examen de conciencia, decimos: “Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros”.
La misericordia nos asemeja al Señor.
Recibid mi cordial saludo y mi bendición.