En Cartas del Obispo, Obispo de Huesca

Queridos hermanos en el Señor:
Os deseo gracia y paz.

En estos primeros compases del nuevo año pastoral, es necesario disponer nuestro ánimo para acoger la invitación del Señor que nos llama a una tarea específica y a una generosa dedicación.
Durante estos días de reencuentro, en que volvemos a tomar el pulso a nuestra realidad cotidiana de trabajo y testimonio, cuenta mucho la actitud con que nos disponemos a comenzar. Por eso, me permito decirte: ¡Rema mar adentro! ¡Comienza con ilusión!
A nuestro alrededor hay muchas personas que todavía no conocen a Jesús; otros nos se acuerdan de sus primeros pasos de iniciación cristiana y viven como si Dios no existiera; otras personas le han dado la espalda a la religión después de un proceso consciente de desconexión; otros, sencillamente, no se plantean ninguna cuestión relativa a la fe; hay quienes ha sufrido decepciones y sufrimientos y su corazón alberga reproches y rechazos.
Necesitamos dar los primeros pasos con un buen comienzo, con serenidad confiada, con amplitud de miras, con ánimo bien dispuesto, con apertura de corazón, con disponibilidad abierta a la voluntad de Dios, con espíritu de colaboración, con amor a la Iglesia.
Con la luz de la fe, toda nuestra vida se transforma, se renueva. Se nos garantiza la posibilidad de ver la realidad con ojos nuevos, desde el punto de vista de Jesús, con su mirada compasiva y misericordiosa.
Hemos de superar el temor al compromiso, la tristeza enfermiza, el pesimismo estéril, las envidias y discordias, la mundanidad espiritual que busca reconocimiento y aplauso. Nos dice el Papa Francisco: “El problema no es siempre el exceso de actividades, sino sobre todo las actividades mal vividas, sin las motivaciones adecuadas, sin una espiritualidad que impregne la acción y la haga deseable” (EG 82).
Agradezco sinceramente la buena disposición con la que vivís estos primeros días para iniciar una nueva experiencia, protagonizada por el Espíritu Santo. Él nos ofrece el tiempo que viene como una oportunidad que iremos construyendo conjuntamente.
Gracias, ya desde este momento, por vuestro compromiso y trabajo. Gracias por vuestra disponibilidad y espíritu de servicio.
Encomendamos nuestra vida y nuestra misión a la Virgen María, que vivió una incesante peregrinación en la fe y que, ahora, brilla para nosotros como estrella de esperanza. Benedicto XVI dijo: “Con María comienza la vida terrena de Jesús y con María inician también los primeros pasos de la Iglesia; en ambos momentos, el clima es el de la escucha de Dios, del recogimiento” (Audiencia general, 14 marzo 2012).

Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

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