Queridos hermanos en el Señor:
Os deseo gracia y paz.
El Señor nos regala un nuevo tiempo de gracia, marcado por su designio de amor. Recordamos algunos acentos procedentes del “Vademécum” del Sínodo 2021-2023 y de la Guía de trabajo para el poscongreso de laicos “Hacia un renovado Pentecostés”:
1) Comunión: es algo más que evitar “envidias y contiendas” (1 Cor 3,3). “Nosotros somos colaboradores de Dios” (1 Cor 3,9). “Espiritualidad de la comunión significa ante todo una mirada del corazón sobre todo hacia el misterio de la Trinidad que habita en nosotros, y cuya luz ha de ser reconocida también en el rostro de los hermanos que están a nuestro lado” (San Juan Pablo II, Novo Millennio ineunte, 43).
2) Participación: “Se basa en que todos los fieles están cualificados y llamados a servirse recíprocamente a través de los dones que cada uno ha recibido del Espíritu Santo” (Vademécum, 1.4).
3) Misión: “La Iglesia existe para evangelizar. Nunca podemos concentrarnos en nosotros mismos. Nuestra misión es testimoniar el amor de Dios en medio de toda la familia humana”. Nuestro objetivo “es permitir a la Iglesia que pueda testimoniar mejor el Evangelio, especialmente con aquellos que viven en las periferias espirituales, sociales, económicas, políticas, geográficas y existenciales de nuestro mundo” (ibíd.).
4) Primer anuncio: “En el contexto de la secularización y pluralismo, caracterizado por el desconocimiento y la indiferencia hacia la persona de Jesús, la propuesta cristiana sigue siendo hoy imprescindible para la liberación de las personas y para la humanización de la sociedad” (Hacia un renovado Pentecostés, p. 35).
5) Acompañamiento: “Insistir en la centralidad en nuestra acción misionera de los procesos de crecimiento en la fe donde se conjuga la fidelidad a la Verdad y la claridad doctrinal con la realidad vivida por las personas con una actitud pastoral que exprese amor evangélico” (ibíd., p. 40).
6) Procesos formativos: la formación “es elemento imprescindible para la vivencia de la fe y premisa del testimonio y del compromiso público. (…) ha de ser permanente (abarca todas las edades y todos los estados) e integral y deberá cuidar la vocación y capacitar para la misión” (ibíd., p. 46).
7) Presencia en la vida pública: deseamos “recuperar la dimensión social como verificación de la propia vocación y promover que nuestras comunidades sean auténtica Iglesia en salida, que existe para evangelizar, se constituye en elemento de liberación y promoción de la dignidad de toda persona y tiene en la “cultura del encuentro” la clave de aproximación a la realidad social” (ibíd., p. 51).