Empezamos el nuevo curso pastoral con la ilusión, la fuerza y la capacidad que el Señor nos concede gratuitamente. Sentimos la responsabilidad de afrontar los retos que se nos plantean y deseamos configurar el marco de prioridades, objetivos y acciones que nos ayuden a caminar juntos, evitando la dispersión, la arbitrariedad y la improvisación.
Hay algunos acontecimientos que nos aportan luz.
1) La Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Lisboa orienta nuestra mirada hacia los jóvenes, que han compartido la experiencia de que la Iglesia es Madre y de que hay lugar para todos. La Virgen María se levantó y fue deprisa a ver a su pariente Isabel, realizó un gesto no pedido, no obligatorio. “María va porque ama, y “el que ama, vuela, corre y se alegra”” (Papa Francisco).
2) El próximo Jubileo de 2025, cuyo lema en “Peregrinos en esperanza”, manifiesta la necesidad de dar un sentido al presente y aparece como un impulso hacia el futuro. Será un acontecimiento eclesial “capaz de sostener la fe y ser un estímulo para la evangelización”. El tiempo de preparación es una buena oportunidad para profundizar en las grandes constituciones del Concilio Vaticano II.
3) En el desarrollo del camino sinodal, hemos de valorar e incrementar los criterios y las estructuras que nos permiten crecer en comunión, participación y misión. Para ello, es preciso asumir las actitudes que requiere una vida eclesial en clave de sinodalidad. Caminar juntos significa apreciar y agradecer las diversas vocaciones como llamadas y envíos que brotan del bautismo.
4) Los procesos formativos siguen siendo una oportunidad y un desafío. La formación es imprescindible en la situación actual. Una formación sistemática, profunda, que alimente la vida, que capacite para un testimonio más claro y alegre del Evangelio y que permita dar razón de nuestra esperanza.
5) Somos una misión. No es que “tengamos” una misión. El proyecto de Dios para cada persona ha sido trazado con amor desde toda la eternidad. Y se desarrolla en múltiples vocaciones que son regalo de Dios: la vida sacerdotal, la vida consagrada, el matrimonio, el compromiso de los seglares, la vida misionera “ad gentes”. Seguimos rezando para que el Señor continúe llamando al corazón de personas abiertas a las vocaciones de especial dedicación.
6) Los más débiles y vulnerables, los enfermos, ancianos, quienes padecen soledad, discriminación, marginación, exclusión social, dificultades económicas, sufrimientos y penalidades, ocuparán siempre un lugar de relieve en nuestra programación. Seremos constantes en el reconocimiento de su dignidad y en el acompañamiento de sus itinerarios vitales.
Encomendamos a la Virgen María nuestro presente y nuestro futuro.