Caminamos en la fe, junto a ti
“Y se puso a caminar con ellos” (Lc 24,15)
Queridos catequistas, profesores, animadores y acompañantes de personas, grupos y comunidades en el camino espiritual de la fe:
Hemos de recuperar el carácter luminoso de la fe. El Papa Francisco escribe: “Quien cree ve; ve con una luz que ilumina todo el trayecto del camino, porque llega a nosotros desde Cristo resucitado, estrella de la mañana que no conoce ocaso” (Lumen fidei, 1). Y también: “La fe, que recibimos de Dios como don sobrenatural, se presenta como luz en el sendero, que orienta nuestro camino en el tiempo” (Lumen fidei, 4). Y añade: “Deseo hablar precisamente de esta luz de la fe para que crezca e ilumine el presente, y llegue a convertirse en estrella que muestre el horizonte de nuestro camino en un tiempo en el que el hombre tiene especialmente necesidad de luz” (ibíd.).
El Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda: “es inherente a la fe que el creyente desee conocer mejor a aquel en quien ha puesto su fe, y comprender mejor lo que le ha sido revelado; un conocimiento más penetrante suscitará a su vez una fe mayor, cada vez más encendida de amor. La gracia de la fe abre “los ojos del corazón” (Ef 1,18)” (CCE 158).
El Catecismo también afirma: “Luminosa por aquel en quien cree, la fe es vivida con frecuencia en la oscuridad” (CCE 164). La fe supone un itinerario, un proceso, un camino. Jesús camina a nuestro lado en los momentos de alegría y también en las circunstancias adversas, cuando, aparentemente, nuestras expectativas no se cumplen, cuando crece el desaliento y el horizonte se oscurece. Él se acerca y nos explica el sentido de las Escrituras. Como les sucedió a los discípulos de Emaús, nuestro corazón arde mientras Jesucristo nos habla y le reconocemos en la Eucaristía.
Benedicto XVI escribió: “La vida de los cristianos conoce la experiencia de la alegría y el sufrimiento. Cuántos santos han experimentado la soledad. Cuántos creyentes son probados también en nuestros días por el silencio de Dios, mientras quisieran escuchar su voz consoladora. Las pruebas de la vida, a la vez que permiten comprender el misterio de la Cruz y participar en los sufrimientos de Cristo (cf. Col 1,24), son preludio de la alegría y la esperanza a la que conduce la fe” (Porta fidei, 15).
Al celebrar el “Día de la educación en la fe”, tomamos conciencia de que nos ponemos en camino junto a tantas personas que “buscan secretamente a Dios, movidos por la nostalgia de su rostro” (Evangelii gaudium, 14).
Es posible crecer en la fe cuando experimentamos, junto a nosotros, la presencia de Jesucristo, que se hace nuestro compañero de camino. Junto a Él, y junto a cada una de las personas que la Iglesia nos encomienda, avanzamos con mayor confianza.
En la hermosa tarea de la educación en la fe es importante la trasmisión de conocimientos y la comunicación de experiencias; pero, sobre todo, es decisiva la dimensión esencial de formar los corazones. Es preciso conjugar el rigor en la comunicación, de modo que sea eficaz, atractiva e integral, con la formación de los corazones en el amor a Dios y al prójimo, en la práctica de las virtudes cristianas, en la vida sacramental, en el cultivo de la oración personal y litúrgica, en el compromiso de la caridad y en el esfuerzo por tejer nuevas relaciones de fraternidad y de amistad social.
Deseamos que experimentéis nuestra cercanía de pastores, que descubráis cada día la importancia de la vocación que habéis recibido y que valoréis la responsabilidad de la labor que lleváis a cabo.
Os agradecemos la admirable generosidad que se pone de manifiesto en vuestro continuo caminar junto a Jesucristo, junto a las personas a las que acompañáis y junto a toda la Iglesia que os confía vuestra decisiva y vital misión.
Recibid nuestra gratitud y nuestro afecto, junto con nuestra bendición.
+ D. Carlos-Manuel Escribano Subías, Arzobispo de Zaragoza
+ D. Julián Ruiz Martorell, Obispo de Huesca y de Jaca
+ D. Ángel-Javier Pérez Pueyo, Obispo de Barbastro-Monzón
+ D. José-Antonio Satué Huerto, Obispo de Teruel y Albarracín
+ D. Vicente Rebollo Mozos, Obispo de Tarazona